sábado, 2 de marzo de 2013

Nos vamos de Tapas II: Patatas Bravas

En este segundo artículo quiero hablaros de una de las tapas más conocidas de la vertiente mediterránea del litoral español, os hablare de las Patatas Bravas o como se llaman en algunos lugares... "Papas Bravas".

Se trata de una típica y sabrosa tapa que no obstante entraña cierto peligro, me explico; se trata de una tapa que puede, o bien tener un sabor delicioso y suave, o resultar extremadamente picante. Os aconsejo que si en alguna ocasión la pedís en un restaurante o bar español, primero preguntéis al camarero si la salsa es muy picante. No en vano el adjetivos "bravas" no le hes dado gratuitamente. Por si acaso os aconsejo tener una buena cantidad de bebida fría preparada para que acuda en vuestro auxilio cual bombero si llegáis a apreciar la sensación de que el paladar os estalla.

En cierta ocasión conocí al dueño de un restaurante que se jactaba de poseer la salsa de tomate para patatas bravas más picante sobre la faz de la tierra. Tal era así que llegó a apostar que regalaría su negocio a cualquiera que fuese capaz de tomar de un trago un vaso relleno del explosivo condimento. La verdad es que no se si alguien llegó a intentarlo, pero lo que sí se es que sigue siendo propietario del restaurante.


Hechas las advertencias oportunas, las Patatas Bravas bien preparadas son una auténtica delicia. Esta es su receta...

Ingredientes:


  1. Una o dos patatas medianas por comensal.
  2. Aceite de oliva extra.
  3. Salsa de tomate natural.
  4. Laurel.
  5. Guindillas picantes o chile.
  6. Pimienta negra molida.
  7. Tomillo molido.
  8. Una ramita de Menta por comensal.
  9. Sal.
A prepararlo...

Comenzamos lavando las patatas con agua del grifo, ya sabéis por eso retirarle las pequeñas partículas de tierra que puedan conservar tras la cosecha. Tras esto depositamos las patatas, sin pelar, en una olla que posteriormente llenaremos de agua fría hasta que esta cubra las patatas. Ya solo nos falta echar 3 cucharadas soperas de aceite de oliva extra al agua y tres o cuatro pizcas de sal. Colocamos todo en el fuego y cuando comience a hervir esperamos 2 minutos antes de retirarlo.

Tened en cuenta que no nos interesa que las patatas se cuezan íntegramente pues después habremos de realizar una preparación final de las mismas.

Finalizada esta primera cocción escurrimos el agua del recipiente y, con mucho cuidado de no quemarnos, procedemos a sacar las patatas y, con la ayuda de un cuchillo, pelarlas y trocearlas en gruesas porciones de al menos, 4 o 5 centímetros.

Ahora vamos con la salsa... En una sartén echamos 3 cucharadas de aceite de oliva extra, la salsa de tomate (aproximadamente 1/2 vaso por comensal), un par de hojas de laurel y sal al gusto. Llegados a este punto debemos valorar lo que nos gusta o no el sabor picante; no existe una medida estándar, y por eso debéis confiar en vuestro instinto personal para saber que cantidad de guindillas o chile debéis incluir en la salsa de tomate. Yo personalmente suelo incorporar... como mucho 2, pero los valientes pueden probar con 3 o 4; no obstante... cualquier cantidad de guindillas que supere las 5... lo considero una temeridad.

Bien, pues seleccionada la cantidad de guindillas o chile con las que nos atrevemos, vamos a incorporarlas a la sarten y a esparcir sobre esta sabrosa salsa en proceso de preparación, la cantidad de pimienta negra molida que nos apetezca, siempre teniendo en cuenta que la pimienta potenciará el sabor picante de nuestra creación.

Seleccionados los ingredientes, sofreímos la salsa durante unos 10 minutos.

Ahora vamos con el último toque especial para las patatas, Ponemos otra sartén a calentar con abundante aceite de oliva extra, y cuando el aceite esté bien caliente vamos a introducir en él los trozos gruesos de patata que hemos preparado con anterioridad. Debemos realizar esta maniobra con cuidado para evitar que las patatas se desmenucen en el intento y, ayudados por una buena herramienta de cocina, girarlas sobre si mismas varias veces durante unos 3 minutos hasta que la capa exterior se dore. Una vez hecho esto casi estamos listos.

Colocamos las patatas sobre pequeñas cazuelas de barro en que las vamos a servir a los comensales, y sobre estas esparcimos la salsa de tomate picante que hemos elaborado antes. Es conveniente que la salsa sobre las patatas sea abundante, pero tampoco es necesario que esta naden sobre la salsa. Un termino medio lo obtendréis cuando al echar la salsa consigáis cubrir 2/3 de la superficie de las patatas.

El toque final se daremos esparciendo sobre nuestra creación una buena cantidad de tomillo molido y culminaremos colocando en el plato de cada comensal una pequeña ramita de menta que exhalará un engañoso aroma fresco y antagonista con el ardiente picante de nuestra salsa.

A disfrutar...

En otras ocasiones os he aconsejado un vino con el que acompañar nuestras creaciones... en este caso no. La bebida que mejor acompañará a nuestras Patatas Bravas será sin duda una buena cerveza rubia servida a una temperatura no superior a 2º. Os garantizo que una buena cerveza bien fría será absolutamente necesaria y permitirá que disfrutéis aún más de esta rica combinación de sabores.

Por último deciros que la sensación de ardor en el paladar remitirá mejor si acompañáis vuestra creación con algo de pan.

Como siempre os acompaño la receta con un vídeo que os puede servir de ayuda; aunque en el mismo no se  realiza la receta tal y como yo os explico os puede servir para aclarar conceptos.

Saludos.

1 comentarios:

Unknown dijo...
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